14.8.11




Es un sentimiento, que jamás nadie va a entender.
Cada vez que entro en esa ciudad, tan maravillosa, los ojos se me iluminan, es como estar enamorada por primera vez. La panza se me deshace en mariposas, casi llego a derramar una lágrima. Una lágrima de felicidad, por supuesto.  Cada vez que estoy en un taxi, me siento parte de esa ciudad tan espectacular. Espectacular, porque por supuesto, es todo un espectáculo. Hay gente tan diferente.. y nadie la discrimina por eso. Todos tienen el derecho a ser diferentes. Tantas luces, tanto show, tanta gente moviéndose, trabajando, viviendo. Gente que no tiene tiempo para ocuparse de las vidas de las otras personas, sólo de la de ellos. Gente que vive por sí sola. Gente maravillosa, inteligente. 
Cuando llegué a Nueva York por primera vez sentí que debía quedarme ahí. La gente trabajadora tiene una carisma increíble, a mi me dieron ganas de abrazarlos, y preguntarles ¿Por qué ya no existe gente así?
No puedo creer que esté enamorada de una ciudad. La ciudad de mis sueños, y de más allá de ellos. Nueva York sobrepasa todo límite. Nunca voy a terminar de pensar en esa ciudad. Quisiera irme y no volver más, llevarme a los que más quiero conmigo. Quisiera no tener que haber nacido acá nunca. Quiero muchas cosas. Quizás piensen que soy materialista por lo que están leyendo, pero no lo soy. Desde la primera vez que entré sentí una emoción imponente, más allá de la felicidad. Y todavía no había cruzado el río Hudson. Hasta que llegamos. Quise largarme a llorar. Pero me contuve. En cambio, empecé a saltar. 
Quizás suene ridículo lo que estoy diciendo, quizás sea cosa seria. Lo único que quiero expresar es mi amor por esa ciudad. 


NY

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